Por ser un término subjetivo, las definiciones que tratan de describir el tiempo suelen ser variadas, abstractas y algunas hasta complejas, dependiendo de la disciplina que lo trate. De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española se entiende por tiempo a la duración de las cosas sujetas a mudanza. No obstante, en física, el tiempo es una magnitud que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema internacional es el segundo. En el presente artículo hablaremos de cómo administrar el tiempo desde un enfoque teórico económico.
En economía el tiempo es definido como un proceso irreversible, en el que el conocimiento de los hechos pasados modifica sustancialmente las decisiones futuras de los agentes económicos.
Antecedentes del tiempo en la economía
El tiempo fue introduciéndose en la economía desde la Antigüedad, cuando la visión organicista del universo fue desplazada por la científica y mecanicista de Galileo Galilei y Newton, mediante la abreviación de procesos económicos en expresiones matemáticas, con conceptos como rendimientos decrecientes, rezagos, multiplicadores, tendencias, ciclos, entre otros. Esta variable temporal se desarrolló como ritmo u ordenación sucesiva, sin cobrar gran relevancia en su noción y percepción humana.
La historia económica surge en la época clásica griega cuando la visión de la economía era estática, ya que se restringía al trueque o al intercambio. No obstante, cuando Aristóteles equipara la economía con la administración se le adjudica un sentido dinámico basado en la previsión y el seguimiento de los hechos. Posterior a la Edad Media y Moderna, se introdujeron a la economía los conceptos de distribución, trabajo y producción, implicando una temporalización de sus análisis. Ya en la Edad Contemporánea la economía se enriquece con los conceptos de consumo y capital, enfocando su estudio a la satisfacción de necesidades, el bienestar y el crecimiento.
Percepción del tiempo de la economía clásica
Adam Smith consideró el tiempo en su Teoría del Valor a través de la división del trabajo. Para él, dividir las tareas permitía optimizar el uso del tiempo de trabajo para incrementar los niveles de productividad. Bajo esa perspectiva, postulaba que el valor de los bienes estaba en función del tiempo que implicaba su producción. Para John Stuart Mill el tiempo era un término abstracto sin capacidad de tener un valor añadido que guiaba a la economía hacia un estado estacionario en el largo plazo, donde los cambios se suprimían y se llegaba al equilibrio.
Los Clásicos se preocupaban por descubrir lo inmutable o permanente, descripciones basadas en leyes atemporales, al estilo de las leyes de Newton.
La importancia de valorar el tiempo
Como se revisó anteriormente, la economía se encuentra íntimamente ligada al tiempo. Si la economía está construida con base en la conducta de los agentes, ya sea de forma individual o grupal, entonces no cabe duda de que las personas y la sociedad también se encuentran estrictamente vinculadas al tiempo. En ese sentido, los individuos con frecuencia nos preguntamos cómo se puede invertir de mejor forma nuestro tiempo. Para dar respuesta a esto debe conocerse que invertir supone una toma de decisiones y que ésta a su vez demanda un pensamiento estratégico.
La valoración del tiempo surge en el momento en el que una persona tiene que decidir cuánto tiempo destinará a una actividad, bajo el supuesto de que su elección será racional y la más eficiente posible, a fin de resolver sus necesidades y brindarle satisfacción. En la vida real este supuesto suele no cumplirse, por lo que cada vez más investigadores se encuentran analizando formas innovadoras para valorar el tiempo, obteniendo nuevos instrumentos e ideas para ayudar a la sociedad a tomar decisiones mejor pensadas.
Ejemplo de valoración
- Un ejemplo es el caso de Uri Bram, un escritor que suele viajar al tiempo que atiende su trabajo. Una ocasión se encontraba entre la disyuntiva de comprar un boleto de avión sin escalas o adquirir otro de menor costo, pero con escalas. Después de usar una calculadora para analizar el valor de su tiempo, eligió el vuelo más rápido en lugar del otro que requería una escala de dos horas, aun cuando el boleto era más caro, porque valoraba las dos horas ganadas que bien podía ocupar para continuar escribiendo. Seguramente el beneficio económico y personal por escribir fue mayor que el incremento del precio del boleto.
El tiempo y el costo de oportunidad
Emily Oster, economista de la Universidad de Harvard, aconseja a las personas a considerar el costo de oportunidad en sus decisiones sobre cómo usar el tiempo, pues, el elegir usar el tiempo de cierta forma tendrán renunciar a otras actividades. De ese modo, si todos invertimos mejor nuestro tiempo el beneficio, más que económico, será personal. Y todo beneficio personal reporta utilidad y felicidad. Y la felicidad nos hace mejores en todo aspecto de la vida.
¿Cómo se puede administrar de mejor forma el tiempo?
Existe una amplia literatura que ofrece consejos para administrar el tiempo. El libro “100 herramientas para administrar su tiempo” de Héctor Gómez Correa es una excelente guía para mejorar la valoración del tiempo en la toma de decisiones. A continuación, se presentan cinco ejemplos de sus herramientas propuestas;
1. Actitudes
En ese punto Gómez Correa señala que el tiempo es una paradoja. Ya que, aunque parezca que nunca tenemos suficiente tiempo, en realidad tenemos más del que se cree, sólo que mal administrado. El autor menciona que el manejo del tiempo en realidad es sólo el manejo de uno mismo y concentración en lo importante. Para ello recomienda cambiar de actitud y adaptarla a las prioridades del día a día, así, el tiempo podrá rendir mejor.
2. Metas
Para Gómez Correa lo que cuenta no es cuánto hacemos, sino qué hacemos. Por ello recomienda determinar metas a corto, mediano y largo plazo, asegurando que cada una de ellas realmente llevan a resultados exitosos. Para ello presenta el AMARTE. Una estrategia para el diseño de metas, que especifica que cada una debe ser Alineada, Específica, Medible, Alcanzable y Realizable en un tiempo determinado.
3. Coordinación de acciones
En este punto el autor recomienda coordinar con el equipo de trabajo y colaboradores un plan diario de actividades. Ya sean citas, llamadas, reuniones o asuntos personales, entre otros aspectos, es preferible siempre planearlos, coordinarlos, ejecutarlos y mejorarlos permanentemente. Atendiendo a la actualidad digital, en este punto es aconsejable preferir el correo electrónico o de voz antes que las redes sociales para entablar comunicaciones.
4. Hacer planificaciones realistas
Las planificaciones deben ser coherentes, flexibles y realistas. Es recomendable hacer el tiempo laboral en tres bloques. Empleando la regla 60/20/20, es decir, 60% para actividades programadas prioritarias, 20% para imprevistos y crisis y el 20% restante para tareas administrativas y periodos creativos o tiempos de soledad, para pensar y proyectar ideas, dar seguimientos y concretar pendientes.
5. Escribir en una agenda
Ya sea de papel o digital, es preferible planificar las actividades en una agenda, ya que permite organizar, añadir, borrar o reprogramar. Actualmente existen diversos servicios de agenda en línea que, con una plataforma basada en la nube, facilitan el acceso a la programación diaria.
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Fuentes consultadas:
- Ceballos Hornero, D. (1999). Análisis del tiempo como variable en la economía financiera. Obtenido de Departamento de Matemática Económica, Financiera y Actuarial de la Universidad de Barcelona.
- Dinners Club International. (09 de febrero de 2017). El tiempo en la economía. Obtenido de Business.
- Gómez, C. H. (2018). 100 Herramientas para administrar su tiempo. Obtenido de Ecuador. Nativa Multimedia.
- RAE. (2021). Tiempo. Obtenido de Diccionario en línea.